Lo que las mujeres hacen, piensan y sienten a lo largo de su vida está en constante evolución y una vez superada la mayoría de edad, hay tres momentos clave. En España, el primer momento clave ocurre entorno a los 26 años, el segundo entorno a los 40 y el tercero alrededor a los 50. Estas edades deben ser tomadas como una orientación ya que cada mujer tiene su propia experiencia vital, por lo que, para algunas, la edad clave puede no será exactamente la identificada por el análisis, pero sí debería de estar muy cerca: un par o tres de años arriba o abajo. Por ejemplo, el primer momento clave podría oscilar entre los 24 y los 28 años.
Estos tres momentos clave determinan cuatro etapas en el ciclo de vida de las mujeres adultas: 1ª) de los 18 a los 26 años, 2ª) de los 27 a los 39, 3ª) de los 40 a los 49 y 4ª) de los 50 en adelante.

En cada una de estas cuatro etapas, lo que las mujeres hacemos, pensamos y sentimos es muy posible que sufra algún cambio, más o menos drástico, con respecto a lo que hacíamos, pensábamos o sentíamos en la etapa anterior. Es por ello por lo que conocer, antes de cambiar de etapa, cómo se sienten y qué hacen las mujeres que ya están viviendo la siguiente etapa, puede contribuir a mejorar la trayectoria vital de muchas mujeres.
Lo que la investigación ha revelado como más determinante en estas etapas son los “frentes” que las mujeres tienen en su vida y también el momento en que se encuentra cada “frente”.

De los 18 a los 26: la etapa todo por delante. La de máxima incertidumbre. Importante escucharse para conocerse lo mejor posible. En esta etapa es fundamental formarse en algún ámbito que encaje con nosotras y que además tenga salidas profesionales.
La cuestión clave a responder por cada mujer en esta etapa: ¿cuál o cuáles son los “frentes” que no quiero en mi vida y cuáles sí me gustaría incorporar?
Que les digo a las mujeres jóvenes de mi entorno que me consultan: los “frentes” que a ti te convienen no tienen por qué ser los mismos que encajaron en la vida de tu madre o en la de tus abuelas.
Y les insisto en que tanto en el “trabajo remunerado” como en “la pareja”, podrán hacer todos los cambios que quieran. Sin embargo, la “maternidad” es un “frente” muy distinto: las hijas o los hijos que tengamos son para toda la vida. ¡Y su padre también lo es para toda la vida!
De los 27 a los 39: la etapa de construcción.
La cuestión clave a responder por cada mujer en esta etapa: ¿en qué orden voy a incorporar los “frentes” que he decidido que me gustaría tener en mi vida?
Que les digo a las mujeres jóvenes de mi entorno que me consultan: que con independencia de los “frentes” que hayan decidido incorporar a su vida, lo mejor es que lo hagan en el orden que, según la investigación, maximiza las posibilidades de llegar al final de su vida sintiéndose felices. Para las que deciden tener los tres “frentes”, el orden más adecuado sería: primero “trabajo remunerado” (les dará independencia económica y les permitirá crecer fuera de su ámbito de confort – la familia y las personas amigas), en segundo lugar, la “convivencia en pareja” y por último la “maternidad”. Ir integrando sucesivos “frentes” a nuestra vida nos permite encajarlos mejor y de manera menos abrupta. ¡Los principios son siempre complicados!
Y, por último, les recomiendo que no se les ocurra ir a vivir en pareja sin haber hablado, no solo de cómo repartirán los gastos comunes sino también sobre cómo repartirán la realización de las tareas del hogar. Y que no se les ocurra tener hijos/as sin haber hablado antes de cómo organizarán la crianza. No es necesario que los dos lo hagan siempre todo a medias. Eso sí, para que la relación tenga largo recorrido es fundamental que el reparto sea equitativo, que formen equipo.
De los 40 a los 47: la etapa del desarrollo. Suele ser la más complicada no solo por la acumulación de “frentes” (el 35% de las mujeres tienen los tres “frentes” y el 43% tienen dos) sino también por el momento en el que se encuentra cada “frente”. Es la etapa en la que más mujeres se declaran infelices y en el que hay menos mujeres que declararan sentirse muy felices con su vida. ¡La buena noticia es que solo son 7 años!
50 o más años: la madurez. A partir de los 50, algunas mujeres simplifican su vida en lo que a “frentes” respecta: algunas dejan de estar activas en el mercado de trabajo y otras dejan de convivir en pareja. Es la etapa en la que más mujeres declaran sentirse muy felices con su vida y en la que menos mujeres se declaran infelices.
Hemos definido como “frente” a las facetas de la vida que, siendo a priori opcionales, conllevan cambios significativos en la vida de la persona que los incorpora. Cambios que afectan a dos ámbitos muy distintos: uno tangible, porque de las 24 horas del día la mujer pasará a tener menos tiempo libre para ella y sus aficiones y, otro intangible y mucho más sutil, las vivencias y emociones que se derivarán de las nuevas relaciones interpersonales que cada “frente” conlleva.
Con base en este criterio, hemos identificado tres “frentes”: el “trabajo remunerado”, la “convivencia en pareja”, y la “maternidad”.
¿Qué efecto tiene la incorporación de estos “frentes” sobre el uso del tiempo?
En la investigación hemos podido cuantificar que, en la casilla de salida, esto es, cuando las mujeres no han incorporado a su vida ninguno de estos “frentes”, de las 24 horas del día, duermen una media de 7 horas y media y disponen de más de 6 horas al día para su higiene, cuidado y aficiones. En el extremo opuesto, cuando las mujeres han incorporado a su vida los tres “frentes”, dependiendo de la edad de los hijos/as, duermen menos de 7 horas al día y se quedan prácticamente sin tiempo para sus aficiones.

¿Qué efectos emocionales conlleva incorporar “frentes”?
La principal conclusión de la investigación es que acumular “frentes” no es garantía de que la felicidad de las mujeres con su vida vaya en aumento. Los datos indican que la felicidad de las mujeres con su vida solo irá en aumento si los “frentes” que ha incorporado a su vida han resultado ser los adecuados para ella.
Una conclusión que puede parecer muy obvia y que, sin embargo, con demasiada frecuencia la educación que hemos recibido nos ha invitado a no tener en cuenta o a no darle la importancia que tiene es que los “frentes” no son compartimentos estancos, por lo que, cada nuevo “frente” que incorporemos a nuestra vida, influirá en los que ya teníamos.
Por ejemplo: ¿a cuántas mujeres has oído decir:” cuando sea madre, mi trabajo no se verá afectado en nada”?

Hay mucha relación entre la situación laboral de las mujeres y su nivel de estudios.
A medida que aumenta el nivel de estudios, por un lado, disminuye el porcentaje de las que están en paro buscando activamente y, por otro aumenta el nivel de ingresos de las que están activas en el mercado laboral.
En general, las mujeres demuestran poco entusiasmo por su trabajo remunerado.
Al 42% de las mujeres que están activas en el mercado laboral, su trabajo no parece aportarles nada más que dinero ya que han manifestado que si no necesitaran el dinero para vivir no trabajarían. En el extremo opuesto, son apenas un 18% las que afirman que seguirían activas en el mercado laboral, aunque no necesitaran el dinero para vivir. Este poco nivel de entusiasmo con respecto al trabajo remunerado contrasta con el número de mujeres que son “fans” de los trabajos no remunerados de las tareas de la casa (el 37%).
Lo que las mujeres desean en su teórico trabajo ideal va evolucionando con la edad, en función de cómo evoluciona su vida personal.
Cuando las mujeres se adentran en la 2ª etapa vital, el hecho de tener facilidades para conciliar el ámbito laboral con la vida familiar se convierte en la cuestión más relevante en el teórico trabajo ideal de una abrumadora mayoría de mujeres.
Las “funcionarias” son las mujeres que se sienten más felices con su trabajo remunerado.
El nivel de felicidad con su trabajo remunerado de las “directoras, gerentes, jefas de equipo o de departamento”, que son las que han declarado tener mayores dificultades para compaginar bien su trabajo remunerado con su vida familiar, ocupa una posición intermedia en el ranking de los distintos tipos de trabajos según la felicidad que han manifestado las mujeres que los están desempeñando.
En todos los niveles de salario, las mujeres se sienten más felices con su trabajo remunerado si consiguen conciliar bien.
También en todos los niveles de sueldo, las mujeres que pueden compatibilizar el trabajo y la vida familiar se sienten más felices con su trabajo remunerado que las del nivel de sueldo superior que tienen dificultades para conciliar.

La pareja es la faceta de la vida de las mujeres que más capacidad tiene de influir en que una mujer se sienta feliz o infeliz con su vida.
Las mujeres que “han acertado” con la pareja con la que están compartiendo su vida suelen sentirse felices no solo con su pareja sino también con su vida en general. Sin embargo, las que se sienten infelices con su pareja suelen también sentirse infelices con el conjunto de su vida. Por otro lado, tener una pareja con la que la mujer se siente infeliz afecta de forma mucho más negativa al resto de los aspectos de su vida que no tener pareja. Por lo tanto: no solo confirmado, sino además cuantificado: mejor sola que mal acompañada.
En las relaciones mujer-hombre, los tres aspectos con mayor capacidad de generar mujeres que se sientan muy felices con su pareja son: que él sea “cariñoso y detallista”, que él “la escuche” y que él “le dedique tiempo”.
En el extremo opuesto, tres son los aspectos que tienen mucha capacidad de generar mujeres infelices con su pareja: “falta de sinceridad”, “poca libertad” y “poca contribución a los gastos familiares”. Y hay un aspecto, las “relaciones sexuales” que tienen capacidad de influir tanto en positivo, cuando la pareja mantiene buenas relaciones, como en negativo, cuando las relaciones sexuales no son buenas.
Para la mayoría de las mujeres es más importante la frecuencia con la que mantienen relaciones sexuales con su pareja que el número de veces en que ella llega al orgasmo.
Por otro lado, muchas mujeres parecen sentirse igual de felices con su pareja si la frecuencia con la que mantienen relaciones es una o dos veces por semana.
Una de cada cinco mujeres está atrapada en una relación con la que no se siente feliz.
Sentirse atrapada en la relación es una situación algo menos común entre las mujeres que comparten su vida con otra mujer que entre las que conviven con un hombre: son el 13% en las parejas homosexuales frente al 17% en las heterosexuales.
Los hijos/as son un potencial erosionador de la relación de pareja.
La presencia de hijos/as en la vida de la pareja, sean de él, de ella o de ambos, resta casi un punto en la felicidad media de las mujeres con el hombre con el que conviven.
En dos de cada tres parejas en que una mujer vive con un hombre ella está soportando el doble o el triple de las tareas de la casa y de la crianza que él.
Ellas acarrean lo que hemos denominado: la “Losa de Hormigón”. En España, casi 6 millones de mujeres.
A pesar de este papel pasivo que la mayoría de los hombres siguen manteniendo en lo que respecta a las tareas no remuneradas de la casa y de los hijos/as, muchas mujeres han asumido un papel activo en su contribución a la economía familiar.
En las parejas en las que la mujer está activa en el mercado de trabajo, aquellas en las que ella aporta lo mismo o más que él son el 72%.

Ser madre no es garantía de sentirse feliz con la vida.
Entre las mujeres que han sido madre, los hijos/as son la faceta de la vida que ocupa la primera posición en su ranking de felicidad. Sin embargo, los hijos/as tienen poca capacidad de influir en que las mujeres se sientan felices o infelices con su vida en general.
Las expectativas no siempre se cumplen.
Muchas mujeres tienen menos hijos/as de los que querrían y un 4% de las mujeres querían ser madre, pero no lo han conseguido.
La crianza no es una tarea fácil.
Un tercio de las madres declaran que educar a sus hijos/as ha resultado mucho más difícil de lo que ellas habían imaginado.
Cuando los hijos/as son pequeños/as, las madres tienen poco más de 1 hora al día de tiempo para ellas.
De las 24 horas del día, las madres con hijos/as menores de 6 años dedican a su cuidado y educación en casa, el 43% del tiempo que están en casa despiertas, de media más de 4 horas al día.
Muchas madres se sienten muy solas en la crianza de sus hijos/as y los datos explican el por qué.
Las madres están soportando casi el triple de la crianza que los padres: ellas se ocupan, de media, del 69% de las tareas relativas al cuidado y educación de los hijos/as, mientras el padre realiza el 24% y la ayuda, remunerada o no, el restante 7%.
La maternidad es una experiencia non grata para el 15% de las mujeres que han sido madre.
Hasta tal punto que declaran que con la información que tienen hoy no habrían tenido hijos/as. Son las madres arrepentidas.
¿Qué contribuye a ser una madre arrepentida?
1) haber tenido serias dificultades en el cuidado o en la educación de los hijos/as; 2) pertenecer a la tipología de mujeres “ni niñera ni madraza” y 3) haberse enfrentado sola o casi sola a la crianza de los hijos/as.
Cada vez más mujeres declaran abiertamente que no quieren ser madre.
El 9% entre las mujeres que están en la 4ª etapa vital frente al 17% de las que están en la 1ª etapa de la vida adulta.